El contexto de esta entrada es una reflexión sobre el documental "Un pulso al fracaso (2010)", y con el trasfondo del artículo 91.1 de la LOMLOE que trata sobre las tareas del profesorado y en mi caso concreto tratando de centrarme en la participación en la actividad del centro.
El documental trata sobre un centro de segunda oportunidad ubicado en uno de los barrios con menos poder adquisitivo de Madrid.
Formar parte del equipo de este centro no te convierte en un profesor o profesora más, son auténticos y autenticas superhéroes y superheroínas que van a tener que educar a un alumnado en el que el 100% del mismo viene rebotado de varios centros en los que los han dado por imposibles. Enfrentarse de primeras a un aula así asusta bastante, al menos a mi. Es un alumnado que requiere una atención individualizada y constante en la que siempre va a primar más una labor educativa que una labor puramente curricular, es lo que necesitan y demandan y que quizás nunca han tenido en otros centros y tampoco en su entorno.
La labor principal no es que acaben conociendo las matemáticas o la lengua que el sistema educativo impone, eso queda en un segundo plano, es convencer al alumnado de que son capaces de alcanzar sus sueños.
Una de las partes que me ha llamado más la atención es el momento en el que se le está haciendo una entrevista a una nueva alumna, se deja bien claro que es un centro de última oportunidad en el que no se permite que la gente vaya únicamente a crear conflictos, si fuese así no serían admitidos. No me ha quedado muy claro donde se posiciona este umbral o simplemente es una llamada de atención para que el alumnado tenga siempre presente esa alarma de última oportunidad y se pueda sacar de ellos su mejor versión y fomentar y hacer crecer sus capacidades. Quizás me equivoque pero quiero pensar que lo hacen por esta segunda hipótesis.
Otro punto a destacar es el de los castigos. Son lo suficientemente hábiles de encontrar tareas realmente útiles para castigar dependiendo del perfil del alumno o alumna a castigar, que finalmente se convierten en una enseñanza más o una nueva formación a mayores (el ejemplo de pintar la valla para un chico hiperactivo y que participa en un taller en el que se necesitan habilidades manuales).
Viendo todos estos ejemplos queda muy claro que el profesorado tiene que estar muy implicado y concienzado en el proyecto del centro, no puede haber un eslabón díscolo. Es imprescindible que sean capaces de implicarse personalmente con el alumnado, demostrando que se cree y se confía en ellos y ellas y que no son sus enemigos y enemigas. El alumnado tiene que percibir que es una última oportunidad en la que se empieza de 0, sin sesgos negativos, en lo que prima lo educativo más que lo curricular (como ya se ha mencionado antes), y que por ello no importa parar la clase para resolver un conflicto en vez de avanzar con las ecuaciones de segundo grado, o con la guerra civil española....
Otra metodología común del centro que todo el profesorado tiene que abordar, es el sacar las clases del aula. Eliminando ese contexto físico, donde el alumnado lleva pasándolo mal durante muchos años en otros centros, es más fácil conseguir que esté más abierto y permeable a la educación, y con la implicación del profesorado también es una mejor forma de notar esa cercanía y esa sensación de "verdaderamente les importamos", además de romper la jerarquía profesorado-alumnado.
Estos y estas jóvenes vienen machacados con el mantra de que no sirven para nada, por ello actividades de voluntariado en las que ellos y ellas se vean y noten útiles son muy importantes(profesores profesoras digitales de personas mayores), y ahí tiene que estar el profesorado para remarcar sus virtudes. Otra forma que tienen de empoderarse es dándoles de verdad voz, que se sientan escuchados y escuchadas, comprendidos y comprendidas.
Por ello el profesorado tiene que tener una paciencia infinita, muy empático, y persistente, confiable y sobre todo primando la educación individual por encima de cualquier cosa, inflexible en aspectos mínimos como puntualidad y asistencia. Puede llegar a ser muy difícil, pero en el video se les ve muy felices, seguramente la recompensa personal de ver como esta gente con problemas es capaz de encauzar su vida es un premio que ayuda a no bajar la guardia y que por supuesto también ayuda al profesorado a crecer como personas (win-win).
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